A nivel espiritual la humanidad
estaba dividida en dos Gentiles y judíos, unos salvos y los otros condenados, Jesucristo
muere y resucita para hacer de estos dos pueblos uno solo. V 27: 28 “porque todos los que habéis
sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni
griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros
sois uno en Cristo Jesús.”
La
preocupación del Apóstol Pablo era que muchos gentiles conociendo de Cristo se
volvían a la ley. V 1-2 “¡Oh gálatas
insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante
cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como
crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por
las obras de la ley, o por el oír con fe?”
Hoy en día muchos conociendo de
Cristo se vuelven a la idolatría y a todas las antiguas prácticas y tradiciones
del mundo.
La ley solo era el medio para llegar
a Cristo. V 24 “De manera que la ley ha
sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados
por la fe.”
Obedecer la totalidad de la ley era
imposible y por este hecho todos eran malditos. V 10 “Porque todos los que
dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está:
Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro
de la ley, para hacerlas.”
Jesucristo nos hace libres de la
ley. V 13 “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),”
La Ley solo servía hasta la venida
de Cristo. V 19 “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las
transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y
fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.”
En este caso estamos hablando de la
ley dada a Moisés pero también podríamos hablar de las diferentes leyes que nos
esclavizan a un tipo de vida muy diferente al que Dios quiere para nosotros.
Hay diferentes leyes que encontramos en nuestra vida.
1. Prejuicios de diferente orden
tales como el machismo y el racismo. V 28 “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni
mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Todos los
seres humanos somos diferentes en nuestro ser pero tenemos los mismos derechos
y oportunidades.
2. Creerse menos o más que los demás.
Este tipo de trauma hace que no aceptemos la ayuda de los demás o que nos
estanquemos en lo que hacemos.
3. Miedos. Miedo al cambio, al empezar
de nuevo, miedo al que dirán. Las personas que le tienen miedo al que dirán se
convierten en esclavas de los demás y en su afán de encajar en algún grupo
social terminan haciendo cosas que después los meten en problemas.
El saber que ahora todos somos iguales causa cosas maravillosas en
nuestra vida.
1. En lo Espiritual. Sabemos que
todos tenemos derecho a la salvación y sobre todo todos somos hijos de Dios
esto debe servirnos para considerarnos muy importantes.
El saber que somos importantes hace
que podamos avanzar y progresar en todo lo que hagamos.
2. En lo secular. Si sabemos que
todos somos iguales no nos aprovechamos ni maltratamos a los demás.
2.1. En el hogar. Nos respetamos
como pareja y como hijos o padres. El esposo no se cree más que la esposa y la
esposa se valora de manera que puede convertirse en la ayuda idónea que es.
Solo Jesucristo es quien nos hace
libres de todo prejuicio. El estar libres de todo prejuicio hace que podamos
vivir de manera armoniosa y feliz. Recuerda Jesucristo no solo nos hace iguales
también nos da una nueva identidad ahora somos hijos de Dios.