Estar de parte de Jehová significa
que estamos de acuerdo con todo lo que el hace y manda.
El hacer parte de alguien automáticamente
nos convierte en alguien en desacuerdo con la contraparte.
En este
mundo solo hay dos seres que gobiernan Jehová y satanás. Josué lo tenía muy en
claro y el deicidio hacer parte de Jehová. Josué 24: 15 “Y si mal os parece
servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes
sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los
dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a
Jehová.”
Jesucristo no acepta vacilaciones en
cuanto a quien pertenecemos o estamos con él o estamos en su contra. Mateo 12:
30 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge,
desparrama.”
Para Jesucristo las posiciones
intermedias solo son tibieza. Tú y yo debemos decidir de parte de quien
queremos estar. Apocalipsis 3: 15-16 “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses
frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré
de mi boca.”
Jesucristo a través de su palabra
es el modelo a seguir. Cuando una iglesia se aleja de los parámetros establecidos
por Dios termina cometiendo abominaciones al interior de la iglesia tal como se
muestra en Ezequiel 8: 12 “Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de
la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de
imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.”
Cuando una iglesia no tiene un sistema
de formación de líderes y pastores a nivel doctrinal corre el peligro de que
cada uno de ellos vaya degradando la doctrina hasta llegar a corromperla.
Por esta razón Jehová destruirá a
todo aquel que se encuentre en su contra pero comenzara la destrucción por las cabezas
es decir líderes, pastores o ancianos. Ezequiel 9: 6 “Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no
quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis;
y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos
que estaban delante del templo.”
Los únicos que no serán destruidos serán
los que sean marcados. Y los únicos que tendrán la marca para no ser destruidos
serán los que no estén de acuerdo con las abominaciones que se harán al interior
de las iglesias. V 4 “y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de
Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman
a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.”
Hoy en día encontramos muchas
iglesias que por el afán de crecer cometen cantidad de abominaciones una de esas
abominaciones es el convertirse en amigos del mundo.
Muchos pastores prefieren utilizar estrategias
mundanas con el fin de llenar sus
iglesias de manera rápida y desprecian las recomendaciones divinas que llevan un proceso
para añadir almas a las iglesias.
La amistad con las cosas del mundo hace
que no nos pongamos de parte de Jesucristo antes por lo contrario nos ponemos
en su contra convirtiéndonos de esta manera e sus enemigos. Santiago 4: 4 “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios.”
El mandato de Jehová es que los del
mundo se conviertan a nosotros y no que nosotros nos convirtamos a ellos. Jeremías
15: 19 “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y
delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi
boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.”
El ser parte de Jesucristo significa
que ya no hacemos parte del mundo y por esta razón el mundo nos aborrece. Juan 15:
19 “Si fuerais del
mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os
elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.”
Tu y yo somos libres de hacer parte
de quien queramos Jesucristo no quiere gente obligada. Pero recuerda que si
sigues haciendo o anhelando las tradiciones y las costumbres del mundo te hace
parte del mundo y no de Jesucristo.