lunes, 7 de septiembre de 2015

De Parte de Jehová. Ezequiel 9.



Estar de parte de Jehová significa que estamos de acuerdo con todo lo que el hace y manda.
El hacer parte de alguien automáticamente nos convierte en alguien en desacuerdo con  la contraparte.
En este mundo solo hay dos seres que gobiernan Jehová y satanás. Josué lo tenía muy en claro y el deicidio hacer parte de Jehová. Josué 24: 15 “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

Jesucristo no acepta vacilaciones en cuanto a quien pertenecemos o estamos con él o estamos en su contra. Mateo 12: 30 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.
Para Jesucristo las posiciones intermedias solo son tibieza. Tú y yo debemos decidir de parte de quien queremos estar. Apocalipsis 3: 15-16 “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Jesucristo a través de su palabra es el modelo a seguir. Cuando una iglesia se aleja de los parámetros establecidos por Dios termina cometiendo abominaciones al interior de la iglesia tal como se muestra en Ezequiel 8: 12 “Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.
Cuando una iglesia no tiene un sistema de formación de líderes y pastores a nivel doctrinal corre el peligro de que cada uno de ellos vaya degradando la doctrina hasta llegar a corromperla.
Por esta razón Jehová destruirá a todo aquel que se encuentre en su contra pero comenzara la destrucción por las cabezas es decir líderes, pastores o ancianos. Ezequiel 9: 6 “Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.
Los únicos que no serán destruidos serán los que sean marcados. Y los únicos que tendrán la marca para no ser destruidos serán los que no estén de acuerdo con las abominaciones que se harán al interior de las iglesias. V 4 “y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.
Hoy en día encontramos muchas iglesias que por el afán de crecer cometen cantidad de abominaciones una de esas abominaciones es el convertirse en amigos del mundo.
Muchos pastores prefieren utilizar estrategias mundanas  con el fin de llenar sus iglesias de manera rápida y desprecian las  recomendaciones divinas que llevan un proceso para añadir almas a las iglesias.
La amistad con las cosas del mundo hace que no nos pongamos de parte de Jesucristo antes por lo contrario nos ponemos en su contra convirtiéndonos de esta manera e sus enemigos. Santiago 4: 4 “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
El mandato de Jehová es que los del mundo se conviertan a nosotros y no que nosotros nos convirtamos a ellos. Jeremías 15: 19 “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.
El ser parte de Jesucristo significa que ya no hacemos parte del mundo y por esta razón el mundo nos aborrece. Juan 15: 19 “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
Tu y yo somos libres de hacer parte de quien queramos Jesucristo no quiere gente obligada. Pero recuerda que si sigues haciendo o anhelando las tradiciones y las costumbres del mundo te hace parte del mundo y no de Jesucristo.