Si invitáramos a alguien a conocer
la fábrica más poderosa del mundo posiblemente se alegraría grandemente.
O si le dijéramos a alguien si sabe
quién es el dueño de la fábrica más poderosa del mundo posiblemente diría que
son muchas las fábricas que no sabría exactamente cuál de todas las que existen
es la más poderosa del mundo.
Pero
que dirías si hoy te das cuenta que el dueño de la fábrica más poderosa del
mundo eres tú. Y que esa fabulosa fabrica es tu mente.
La mente es la fábrica más poderosa
del mundo de ella salen todas las cosas que hoy conocemos esa fábrica de cosas
materiales que conoces no existiría si primero alguien no la hubiera fabricado
en su mente.
El vehículo, la bicicleta o el electrodoméstico
que tienes en tu casa antes de ser fabricado en algún taller primero fueron fabricados
en la mente de alguien.
Pero nuestra mente no solo es capaz
de fabricar cosas materiales. Es tan poderosa nuestra mente que en ella
fabricamos tanto lo bueno como lo malo que hacemos.
La maldad no es algo que sale de la
noche a la mañana toda esa maldad que nosotros terminamos haciendo primero fue
fabricada o maquinada en nuestra mente. V 1 “¡Ay de los que en sus camas
piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan,
porque tienen en su mano el poder!”
Cuando nuestra mente fabrica cosas
malas nos convertimos en enemigos de los demás y en especial de Jesucristo. V 8
“El que ayer era mi
pueblo, se ha levantado como enemigo; de sobre el vestido quitasteis las capas
atrevidamente a los que pasaban, como adversarios de guerra.”
Lo que fabrica nuestra mente se
refleja en nuestra manera de comportarnos. Nuestra actitud se fabrica desde
nuestra mente.
Como convertir nuestra mente en una fábrica Buena.
1. Cambiando nuestra manera de
pensar. Filipenses 4: 8 “Por lo demás, hermanos,
todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad.”
2. Escogiendo que miramos. Mateo 6: 22-23 “La lámpara del cuerpo es el
ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si
tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que
en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?”
3. Escogiendo que escuchamos. 1
Corintios 15: 33 “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas
costumbres.”
4. Escogiendo que tocamos. Samos 24:
3 – 4 “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar
santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas
vanas, Ni jurado con engaño.”
5. Escogiendo con quien nos
relacionamos. 1 Corintios 5: 11 “Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose
hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o
ladrón; con el tal ni aun comáis.”
6. Pidiéndole a Dios un nuevo
corazón. Ezequiel 36: 26 “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros;
y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.”
7. Pidiéndole a Dios un Nuevo
espíritu. Ezequiel 36: 27 “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”
Solo el espíritu de Dios en nosotros
hace que cumplamos con su palabra. Sin la ayuda del Espíritu Santo sería
imposible hacerlo.
Dios nos ha hecho los seres más
poderosos de la tierra. Todo ese poder se concentra en nuestra mente. Nuestra
manera de pensar determina nuestra vida de éxito o nuestra vida de fracaso.