jueves, 12 de mayo de 2016

Viviendo con la Tentación. 1 Corintios 10.



La tentación es la instigación que induce el deseo de algo. Puede tratarse de una persona, una cosa, una circunstancia u otro tipo de estímulo. La tentación está asociada a la seducción y la provocación.
En el ámbito religioso, la tentación es la incitación a pecar por parte del Diablo (también conocido como Satanás o el Demonio). El Diablo puede provocar al ser humano para que haga o deje de hacer algo, aprovechando la debilidad intrínseca del hombre para alejarlo de Dios.
Lo primero que tenemos que entender es que las tentaciones son algo que ocurre de manera diaria, es algo que se encuentra a nuestro entorno.

Cristo pasó como hombre por todas las tentaciones que hoy tenemos. El fue hecho carne y habitó entre nosotros, siendo tentado en todo, pero sin pecado. Cristo no conoció pecado, Cristo puede compadecerse de nuestras debilidades, no de nuestros pecados. Hebreos. 4: 14-15; “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.  4:15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
La clave para no caer en tentación es reconocer nuestras debilidades, hay muchos que creen que por ser cristianos ya están libres de caer en tentación, y por esta razón muchas veces son los primeros en caer. 1 Corintios 10: 12 “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.
Reconocer cuáles son nuestras debilidades hace que nos cuidemos y no nos confiemos la tentación no es pecado, caer en ella es pecado.
Dios es nuestro protector y el no permite que seamos tentados mas allá de nuestras fuerzas. V 13 “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”
Dios nos ha dado el poder para vencer la tentación, tenemos dominio propio. 2 Timoteo 1: 7 “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”
El pecado o la tentación siempre van a estar presente en nuestra vida pero no puede dominarnos. Génesis 4: 7 “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.
Las tentaciones no siempre son de carácter sexual. Hay muchas tentaciones en las cuales un cristiano puede caer:
1. Idolatría. No de imágenes, idolatría a la comida, a los hombres, a tu misma belleza. 1 Corintios 10: 7 “Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar.
2. Fornicación. Relación sexual entre una pareja que no se ha casado. V 8 “Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil.” Algo que es muy común entre muchos cristianos modernos.
3. Tentar a Dios. Muchos cristianos se atreven a  retar a Dios. Muchos no oran exigen un milagro. V 9 “Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes.”
4. Murmuración. Cualquier comentario que hagamos a espaldas de nuestros hermanos es murmuración. V 10 “Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.”
Hay cosas que tal vez si podemos hacer pero no nos conviene. Porque sin saber podemos caer en tentación de hacer algo que no se debe. V 23 “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.”
No digas o no hagas nada que no sirva para edificar tu vida y la de los demás. Si en tu mente hay algo que sabes no le agrada a Dios o que no sirve para edificar, deséchalo de inmediato antes que lo lleves a la práctica y de esta forma se  convierta en pecado.