Un alma encarcelada es alguien encerrado en sus propios prejuicios. Una persona con el alma encarcelada no puede avanzar por lo tanto le es difícil alcanzar el éxito.
Una persona con prejuicios es aquella que se cree mucho más que los demás o mucho menos que los demás.
Lo que principalmente encarcela a una persona en su propia alma es el miedo. Los temores son barrotes tan fuertes que no dejan que alguien se sienta libre.
Características del alma encarcelada.
1. solo Vive lamentándose de su condición. Si tiene es malo y si no tiene peor todavía. V 1 “Con mi voz clamaré a Jehová; Con mi voz pediré a Jehová misericordia” nunca es capaz de dirigirse a Dios para agradecerle o decirle algo bonito siempre ora para lamentarse.
2. Solo vive quejándose. Nunca se siente bien por nada. Todo le molesta. V 2 “Delante de él expondré mi queja; Delante de él manifestaré mi angustia”
3. Se cree el rechazado. Según el nadie lo quiere. Es el pobre gusanito. V 4 “Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida”
4. Vive desanimado. Pierde toda gana de vivir, no tiene razones para seguir luchando. Una persona desanimada es lo que mismo que una persona muerta. V 6 “Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido. Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo.”
Como salir de la cárcel.
1. Pidiéndole a Dios que nos haga libres. V 7a “Saca mi alma de la cárcel” en nuestras fuerzas es imposible romper las ataduras de nuestra alma.
2. Teniendo un Propósito. ¿Para qué quieres salir de la cárcel? V 7 b “para que alabe tu nombre” David quería salir de los complejos para adorarle a Jehová. Tu paraqué quieres ser libre.
3. Acordándonos de las maravillas de Dios. O acordándonos de las cosas buenas que hemos vivido. 143: 5 “Me acordé de los días antiguos; Meditaba en todas tus obras; Reflexionaba en las obras de tus manos”
4. Dejando que Cristo obre de manera sobrenatural en nosotros. V 6 “Extendí mis manos a ti, Mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah” Jesucristo siempre quiere hacernos libres pero nosotros muchas veces no queremos serlo.
5. Aprendiendo hacer la voluntad de Dios.
5.1. Dejando que sea Cristo quien nos enseñe. V 10 a “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios;”
5.2. Dejando que el Espíritu de Dios nos guie. V 7 b “Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud”
No hay peor cárcel que la que nuestros propios perjuicios fabrican para nosotros. No dejes que tus temores o complejos encarcelen tu alma. Cristo ya te hizo libre no vuelvas a las cadenas.